Anayet
FOTOS de la Jornada
Anayet-Vértice
Andrés, Carlos Abadía, Rubén, Tony y Antonio. 25-10-2017.
Mañana fresca pero se presume calurosa, tanto que desde el inicio de la caminata, vamos en manga corta, 8°. Partimos desde el Corral de las Mulas (1650 M) porque la barrera impide el acceso al parking de las pistas de sky, un km de asfalto nos acerca al telesilla “anayet” donde cogemos el GR-11 para dirigirnos por el barranco de culivillas hasta los ibones de Anayet (2232 M).
El barranco baja con agua, no mucha, pero aún así forma una bonita cascada al final, justo en el collado. Los pastos amarillean, reflejando la persistente falta de precipitaciones que afectan también a la falta de llenado de los ibones.
Aún así sacamos bonitas instantáneas, aprovechamos el reflejo de las imágenes en sus aguas.
Observamos a un par de chicas, no nos ofrecen duda pese a la distancia, que están realizando fotos en el otro extremo del ibón, Tony las inmortaliza con una bonita instantánea que luego, cuando las alcancemos, les mostrará.
Después de almorzar, bordeamos el ibón por el este para coger la senda que nos acercará al collado de Anayet. Justo donde converge ésta con la senda que como continuación del GR-11 se dirige a Anayet bordeando en este caso al ibón por el sur, la hemos abandonado en los Llanos, nos encontramos con una de las chicas que veíamos antes, la otra está unos metros más arriba. Aludiendo a una falsa regla de montañeros cuando se encuentran en los cruces, nos damos un par de besos. Tony les enseña su foto y las invita a visitar la página del club para descargarla. Son de su tierra, catalanas. Ascenderemos juntos los metros que quedan hasta el collado (2414 M. Ellas se quedan descansando y nosotros continuamos.
La senda que bordea nuestro objetivo por el oeste, después de una suave trepada, nos deja en la característica piedra roja que una vez atravesada nos acerca a unos zigzag de cantos de piedra suelta que nos sitúa en las no menos famosas cadenas.
Esperamos a que desciendan una pareja de montañeros, el más avezado es de Sallent, ha subido con un perro, el otro está utilizando arnés para superar su vértigo , chapó, vaya mi felicitación. Las pasamos muy bien, para todos es la primera vez. Seguramente que con hielo, nieve o solamente con la piedra mojada ofrecerán un plus mayor de peligro.
A partir de aquí hay que utilizar constantemente las manos para la fuerte trepada que hay hasta la cima. No hay sensaciones aéreas, si unos buenos agarres cuando hay que apoyarse.
12,45 h cima. Horizonte despejado, nada de aire, lo que permite disfrutar del lugar. Bonitas vistas de las pistas de la zona de Espelunciecha, el Midí y Canal Roya. Marcamos visualmente el recorrido que pretendemos hacer a la vuelta, descendiendo hacia la canal por el GR , cruzando “el salto de agua” del ibón a media ladera, pasando los dos canchales de piedra suelta y ascendiendo por las gradas de superficie herbosa hasta el rincón” de Espelunciecha. Aprovechamos la llegada de las chicas para que nos hagan foto de grupo, un trago de la bota, y después de media hora vamos a por nuestro segundo objetivo, el Vértice.
Descenso más fácil de lo que pensaba, sólo algún pequeño resbalón en la zona con piedra suelta antes de las cadenas.
Antes de llegar al collado nos cruzamos con una pareja que habíamos adelantado en el barranco, nos sorprende que ella, con el día que hace, lleve pantalón de pana y polainas.
Ya en terreno rojizo seguimos hacia la punta de lapicero del Vértice. La traza de subida, bien marcada al principio, se difumina bastante en la ascensión. No obstante, la senda, no muy bien definida, no tiene pérdida, siempre por la cara oeste evitando la cresta.
En apenas 15 minutos estamos rodeando el punto geodésico de la cima. Tenemos suerte, la presencia de otra pareja nos sirve para hacernos la foto, s juntos.
Valle de Izas, en este caso, a nuestros pies, Andrés y yo hacemos virtualmente el recorrido de nuestra circular a la Moleta y Carlos y Tony recuerdan el que realizaron con el club el año pasado, en un día tan malo que les impidió cumplir por la niebla y lluvia su objetivo.
Tan apenas 10 minutos, son las 14 h cuando iniciamos el descenso. Me adelanto, paso a la pareja que ha descendido antes un poco antes del collado, y sigo descendido solo deshaciendo el recorrido de la subida hasta el cruce con el GR-11 que continúa hasta Canfranc.
Voy parando para que me vean en los cruces confusos y aprovecho también para observar un par de escaladores, que me cuesta al principio distinguir en la pared del Anayet.
Todo discurre como habíamos pensado, vamos parando buscando la mejor diagonal para no perder mucha altura. Unos sarrios nos sorprende o los asustamos, porque salen corriendo despavoridos canchal abajo, hacia el valle de la canal, acompañados, pásmate, por lo que pensamos es un perro, no puede ser un zorro, imposible por ser más bajo y más gordo. Hay queda la duda.
Sin problemas llegamos al collado de Canal Roya, recuperamos una senda que cogemos a la derecha para dirigirnos hacia el collado de Porte, por donde descenderemos a la Glera y desde aquí al parking y remontes de Anayet.
Antes, en el punto más alto, 2200 M., justo a los pies del puntal de Espelunciecha, lugar donde deja la rastrack a los esquiadores en la temporada de sky, paramos unos minutos a comer que Tony aprovechará también para echarse un pitillo. Andrés, aprovechando un punto de cobertura, llamará para informarse si Le han solucionado unos problemas en el ordenador, y yo para reclamar un servicio del seguro.
El descenso lo hacemos rápido, sin apenas paradas, solo un momento en las surgencias de agua al lado de la caseta de la Glera (16,15h). Continuamos la bajada por la zona de pistas hasta el asfalto, siguiendo en tres grupos ya por la carretera hasta el coche, Andrés y yo ligeramente adelantados, Tony junto con los montañeras del Vértice en un segundo plano, contándoles la aventura del Kili, y detrás Carlos y Rubén. En el parking estamos a las 17 h.
Saludamos a las montañeras catalanas, nos cambiamos de calzado y, esta vez sin cervezas, hasta Huesca. Tengo una cita a las 19 h., a la que llego puntualmente después de ducharme.
Nuevamente una estupenda jornada.
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