Nocturna a Guara
Ascensión a GUARA
Las obras de la autovía originan un atasco hasta un poco antes de llegar a Arguis, hecho que nos hacer perder casi una hora a los vehículos que salimos en los segundos y tercer horarios y poco menos a los de las 18 h.
Así la salida desde Used para los distintos grupos es a las 19,45 h (grupo de las 18h y M. Santiago, Miguel y Michel) , 20,45 h (Antonio, Niko, Enrique y Belén), 20,55h. (Tomás, Pichetas y Josico) y 21,15 (Cru, Piñeiro, Raúl, Héctor, Jesús y J. Antonio).
Un despiste en el grupo primero hace que sigan por la senda hacia Cupierlo en lugar de tomar la pista a Fenales, después, al llegar a los prados, el no tomar la pista a la dcha. que en 400 M. les hubiese acercado de nuevo al refugio, siguen por la senda de Santa Cilia hacia Ballemona perdiendo por la obscuridad la traza y obligándoles a avanzar entre erizones monte a través y volver a recuperar la dirección correcta por encima del pozo de hielo. Toda esta aventura les hace perder tiempo, aunque también la ascensión ha sido más larga pero más tendida, más suave.
Cuando llegamos al collado, punto de pernocta, nos extraña muchísimo que no haya nadie, no tengo tiempo de elucubraciones porque cuando empiezo a sorprenderme, en ese mismo momento, recibo la llamada de Felipe indicándome su posición, giro la vista a la izda y atisbo las luces de la avanzadilla del grupo que ya han coronado Ballemona, les indico también nuestra posición, son las 23,30h.
Me anticipa lo sucedido, que van todos bien aunque un poco dispersos.
Llegan Tomás, Pichetas y Josico casi de inmediato y las primeras unidades del grupo de las 18h. lo hacen a las 23,45h., sanos y salvos.
Diez minutos después lo hace Cru y su grupo.
Buscamos la cara norte para minimizar en lo posible el bochorno que con rachas más o menos fuerte sopla del sur.
El espacio para albergar a todos es bastante amplio, nos dispersamos para ocupar las mejores posiciones y evitar la pendiente.
Una vez instalados es hora de cenar, la hora y el esfuerzo abren el apetito.
Se nota en el grupo el cansancio porque enseguida reina el silencio, sólo se oyen los plásticos que mueve el viento. Unas pocas gotas se precipitan de una nube pasajera, ni siquiera se puede catalogar de andalocio, no les damos importancia ni generan inquietud. Observamos rayos en el horizonte, pero lo suficientemente lejos como para tampoco preocuparnos.
Algunos movimientos en la noche, pero más por buscar una mejor posición o hacer uso del wc.
La luna, teñida de amarillo, que aparecía a nuestra llegada tímidamente entre nubes por el oeste va ganando altura y a medida que lo hace, como por arte de magia, se torna blanca. Aparece incompleta, pero podemos disfrutar de su luminosidad y hacer volar la imaginación recordando el 50 aniversario de la conquista de la Luna (20 julio 1969). Las estrellas, semi ocultas por unas nubes viajeras, se hacen más destellantes conforme avanza la noche. Las observo por el pequeño hueco que dejo liberadamente en el saco, estoy tapado por completo.
5,15h. Comienza el movimiento, nos vamos incorporando lentamente, todos hemos dormido, unos más que otros. Desayunamos, recogemos los sacos y mochilas y las dejamos apiladas para realizar el último tramo de la ascensión al Tozal sin peso, sólo con alguna bolsa con termos y pastas.
Unas cabras nos berrean en la distancia.
6,30h. No hay nadie más en la cima, solo el grupo, el aire, como casi siempre ocurre en este punto, deja de soplar. Fotos y más fotos mientras esperamos el amanecer.
Unas nubes en el horizonte se interponen entre nosotros, nos privan de ver los primeros rayos de sol cuando asoma entre las cumbres, tenemos que esperar unos minutos más para observar como aparece con fuerza sobre los cúmulos que todavía persisten. Esta circunstancia no quita solemnidad al amanecer, distinto a los anteriores, sin duda no hay dos iguales, pero todos tienen su esplendor y no nos deja indiferente.
Es difícil, pero siempre hay alguien en el grupo que asciende por primera vez, en esta ocasión Gema, Ana, Susana, Jose Luís, J. Antonio y M. Santiago
7,30H. Una hora después, sin olvidar realizar la foto de grupo y muchas individuales, comenzamos el descenso.
En el lugar de pernocta recogemos mochilas y en pequeños grupos vamos descendiendo sin prisa. Una corta parada en nuestra Cruz para ordenar las piedras y continuamos hasta Fenales, donde reagrupamos.
Poco antes de llegar, en el tramo final de esta parte de descenso, lo que no ocurrió el día anterior ocurre aquí, un tropiezo y caída de Susana. Afortunadamente sólo ha sido un retorcijón de tobillo sin consecuencias, le facilito un ibuprofeno en el coche que le calma las molestias.
Aprovechamos la reparación del sifón del refugio para beber y remojarnos, especialmente manos y cara.
Seguimos el camino un poco dispersos, en pequeños grupos, desde aquí el regreso al punto de partida no ofrece ninguna duda.
Otro percance, otro retorcijón de tobillo, hace caer a Gema. No hay lesiones salvo la pequeña elongación de tobillo y las gafas rayadas.
Vamos llegando al coche con sed y apetito. Para hidratarnos damos cuenta de las bebidas que, tanto el Club como Josico, dejamos en las neveras ayer en los coches. Los últimos cubitos de hielo que introdujimos en las mismas ayer, cuando comenzábamos la marcha, no sólo han conservado el frío sino que todavía hay alguno que conserva su grosor.
Reajustamos las plazas de los coches y nos dirigimos a San Urbez, donde nos espera el equipo de cocina, Miguel y Ana, ayudados por Quique, y A. Salinas y Nieves. Estos últimos no sólo han querido acompañarnos, nos han traído gentilmente dos tortillas de patata con huevos de corral y unas rastras de chorizo y longaniza de Graus, Muchas gracias pareja.
El que quiere repite de huevos fritos, algunos tres, y de longaniza, especialmente los jóvenes. De postre sandía, café que ha traído Ana, y ya a las 12, después de una buena sobremesa y dejar todo cerrado y recogido, vuelta a casa.
Nocturna, no exenta de anécdotas, que ha terminado perfecta y que quedará gratamente en el recuerdo de todos.
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