Nocturna a Guara - 14 de julio 2017
Son las 18,10 h., con un ligero retraso partimos 25 Javieres desde Salesianos distribuidos en 6 coches hacía el Valle de Nocito, posteriormente, sobre las 19,30, lo harán Nino, Alfredo y Josico y media hora más tarde Cru y un amigo de Zaragoza, José Luís Piñeiro.Más o menos juntos llegamos al parking de Used, aprox. a las 19,30 h. comenzamos la ascensión. Carlos Abadía se pone al frente. Me quedo esperando a que preparen mochilas a los últimos que han llegado, David, Sonia, Sandra y M. Carmen, e ir cerrando al grupo.
El grupo primero al llegar al "abrevadero" donde si bifurca la senda sigue el camino tradicional, a la dcha., nosotros decidimos avanzar por la izda. siguiendo el camino reabierto hace dos/tres años y que se dirige también a los llanos de cupierlo. Al ser este un poco más directo que el anterior nos permite llegar al punto donde enlaza con la pista un poco antes que al resto, desde aquí caminamos todos juntos hasta Fenales. Nos llaman la atención las trampas que han colocado a lo largo de la pista para control de moscas, mosquitos y todo tipo de insectos.
Me quedo con Carlos y Goyo cerrando el grupo. A Goyo se le hace pesada la ascensión, realizamos alguna paradiña para que recupere, tiene amagos de subirse los gemelos. Un poco antes de llegar al desvío a Bentué le dejo el walkie a Carlos y avanzo para intentar llegar con el grupo al refugio.
Después de cebar el sifón aprovechamos todos para refrescarnos y reponer las botellas. Descansamos unos minutos y reanudamos la marcha sin esperar la llegada de Carlos y Goyo, les comunicamos por el walkie nuestra intención. No podemos entretenernos si queremos llegar a nuestros "aposentos" con los últimos rayos de sol.
Comienza el primer tramo duro, bien conocido por todos. China Chano, esta es la filosofía. Andrés y los jóvenes encabezan el grupo, y lo cerramos M.Carmen, Pili y yo, aunque ligeramente por detrás de nosotros vienen Chema, Oscar y Manolo. Nosotros vamos subiendo despacio....pero sin pausa.
Al llegar al raso del "gofre" escuchamos a la cabezo del grupo que comienza el segundo tramo empinado, por detrás seguimos escuchando a los rezagados. Unos segundos de respiro y continuamos. Un poco antes de llegar a nuestra CRUZ nos adelantan Chema, Manolo y Oscar, no indican que por detrás ya se oyen las voces de Nino, Alfredo y Josico.
En la ascensión se nos quedan grabadas las bonitas imágenes del ocaso, los últimos rayos de un sol sin apenas ya fuerza iluminan la Cruz. El cielo estrellado y despejado, junto con los últimos destellos del sol, hacen innecesario el uso de luz artificial. Así llegaremos hasta el collado de Ballemona.
El grupo ya ha tomado posiciones, situándose a pocos metros del collado, vertiente sur. Otra parte del grupo junto conmigo decidimos acampar mas cerca de la cima buscando una posición más horizontal, evitando deslizarnos cuando nos introduzcamos en los sacos. Las mochilas harán de paravientos. Corre una ligera brisa, no es fría pero molesta lo suficiente como para ponernos ropa de abrigo. Estando en el proceso de colocar los sacos llegan Nino, Afredo y Josico.
Esparcidos en una veintena de metros e iluminados por los frontales ante la ausencia de la luna, comenzamos a cenar. Como siempre compartimos todo, especialmente las tortillas, muy buena Susana. Antes de terminar y a tiempo de compartir llega Carlos, nos confirma lo que ya nos habían anticipado Nino, se queda Goyo en el raso a cenar y a dormir, sin intención de ascender, el cansancio y las molestias en los gemelos han podido con su voluntad. Carlos cena con nosotros y se baja a dormir con él, le acompaña Nino durante una buena parte del trayecto de bajada. Carlos subirá de madrugada para ascender con nosotros al Tozal.
Casi al mismo tiempo que llegan Cru y Jose Luis, Andrés, Luichi y C. Monclús se suben al Tozal. Cuando estos descienden, un segundo grupo, Cru, Jose Luis, Sandra, Angel y servidor, nos disponemos a hacer lo mismo, la noche es larga, se va a dormir poco y subiendo y bajando se hará bastante más corta. Se nos une nuevamente Luichi, la experiencia arriba ha sido tan positiva que decide repetir.
La noche es única para disfrutar del firmamento y del espectáculo que nos brindan las estrellas, sin obstáculos lumínicos ni nubes podemos observar con precisión las constelaciones. Cru nos va indicando la posición y las distintas formaciones, también los planetas se hacen muy visibles y nos sorprende la claridad y luminosidad de la Vía Láctea. No apetece para nada descender, todo lo contrario, la noche invita a tumbarse y recorrer con la vista el cielo admirando el tintineo de las estrellas y permanecer atentos a la aparición de las estrellas fugaces, aprovechando para soñar y pedir deseos. No hace falta volar, sino fijarnos en el horizonte para descubrir las poblaciones cercanas o lejanas que sus luces delatan, así vemos Laguarta, Sabiñanigo, el resplandor de Jaca detrás de Peña Oroel, incluso Pamplona, todos los pueblos de la Hoya con la capital y Zuera y Zaragoza al sur. Cru dice que incluso las torres del Pilar.
Cuando descendemos procuramos no hacer ruido, todos, duerman o no, están en los sacos bien tapados, nosotros lo hacemos con discreción para no molestar. Estreno, junto con Andrés y Alfredo, el saco del Kilimanjaro. Demasiado para esta altura y temperatura (sobre 10º), tengo calor y tengo que quitarme ropa. Por la mañana, algunos me dirán han pasado en algún momento frio, especialmente al filo de las 3,30 h que se levantó un fuerte aire, afortunadamente pronto tornó de nuevo a ligera brisa.
Ligeros ronquidos, casi silbidos, interrumpen el silencio de la noche, no tan fuertes como para ser un inconveniente al conciliar el sueño. Permanezco un buen rato observando las estrellas hasta que me puede una mezcla de sueño y cansancio, aparentemente todos duermen.
A las 5 h., cuando mejor dormía, la voz de Carlos Abadía que actúa como un buen despertador nos va levantando a todos. Vamos recogiendo sacos y nuevamente compartimos café, todavía caliente, y pastas.
Recogemos el chiringuito, dejamos todas las mochilas apiladas, salvo Josico y M. Carmen que suben con las suyas, y comenzamos la ascensión al Tozal todos juntos, salvo Cru y Jose Luis que aún permanecerán un rato más en el "campo base".
La hoya amanece con banco de niebla, ocultando a Huesca bajo un manto blanco que nos impedirá verla durante todo el tiempo que permanecemos en el Tozal. A medida que vamos ganando más altura los distintos crepúsculos matutinos nos van iluminando, primero, como dice Cru, el astronómico, iluminando solamente la silueta del horizonte, después el naútico, que va ocultando la visión de las estrellas, impidiéndonos observarlas y solo dejándonos distinguir a ciertos planetas, y después el civil, que es el que nos interesa y esperaremos con expectación. Tenemos tiempo, son poco más de las 6 h. cuando estamos arriba, pero inevitablemente la vista se pierde en innumerables ocasiones hacia el punto más iluminado del oeste de los pirineos, por donde amanecerá (crepúsculo civil).
La espera no se hace larga, todo lo contrario, entre café, foto y foto, y más fotos, llega el momento deseado, son las 6,38 h. cuando empieza a emerger con un naranja intenso y deslumbrante. Es un momento mágico y real. No hay palabras, todos con la cámara en mano no queremos dejar de inmortalizar este momento tan sorprendente como repetitivo. Los amaneceres marítimos son también únicos pero estos para mí son especiales. Visto y no visto, un poco más de un minuto han sido suficientes para reflejar en nosotros tanta expectación.
Últimas fotos, instantánea de grupo para la foto del Diario y comenzamos el descenso. Antes otra pequeña sorpresa al observar la proyección del pedestal en el horizonte, parece que la sombra de Guara quiera señalar la posición del hermano "Moncayo", oculto esta vez por la neblina matutina.
Recogemos mochilas y reanudamos descenso hacia la CRUZ, siguiente parada. Nos aseguramos que está bien sujeta e intacta, colocamos unas piedras en la base, como queremos que sea tradición, y a Fenales. Cru y Jose Luis se adelantan, bajan al trote, tienen prisa y no se quedan a almorzar.
Nos reagrupamos en el refugio e iniciamos juntos la última parte del descenso. Son las 9,30 h. cuando llegamos las últimas unidades al parking. La mayoría cambio de calzado y ropa seca, tomamos unas cervezas y refrescos, que han aguantado fríos en las neveras del coche, y arrancamos a San Urbez.
En el Santuario nos esperan M.Ángel Callén, Ana y Tino, bonita sorpresa, y M. Carmen, preparándonos longaniza y huevos fritos. Hacemos fila ordenada para llenar el plato y tomamos sitio en la excelente ubicación en el patio. Muchas gracias a la Cofradía de San Urbez y especialmente a Álvaro por dejarnos las llaves. Hago de anfitrión para unos franceses y una pareja de montañeros oscenses para enseñarles la iglesia y estancias.
Después del postre, sandía, trenza y una exquisita tarta realizada con mucho mimo por Ana, dejamos todo en perfecto estado de revista y, mal que nos pese, es hora de retornar a Huesca.
NOCTURNA para el recuerdo. Muchas gracias a todos.
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