Basa de la Mora

martes, noviembre 17, 2015 0 Comentarios



A las 6 h. partíamos en bus desde Salesianos, con un doble fin, celebrar una jornada micológica y huir de la niebla, dirección  hacia Saravillo, localidad desde donde, después de sacar los permisos oportunos tomábamos la pista dirección al Ibón  de Plan.

La destreza de Pedro, nuestro chófer, para evitar los badenes de la pista nos acercó hasta la fuente de la solana, donde convergen pista y GR15,  evitándonos así los primeros 3,7 km de senda. Desde aquí nos quedaban otros tantos hasta nuestro destino. Eran cerca de las 9 cuando comenzábamos el ascenso, eso sí con tranquilidad y observando el entorno para intentar  descubrir los hongos. Nuestros expertos dedicaron mas tiempo a explicarnos el hábitat que la toxicidad o idoneidad de las setas, porque tan apenas avistamos  poco mas de 1 docena de ejemplares y de pocas variedades. Otra vez será.

Después de almorzar en el refugio de Lavasar, donde coincidimos con un grupo de excursionistas franceses, con los que intercambiamos saludos y pesares por los últimos acontecimientos,  a las 11,15  h. pisábamos de nuevo el GR15 que nos llevaría al ibón, al que llegábamos 20 minutos después.

Los elogios se quedan cortos para describir la preciosidad del ibón, la mayoría no conocíamos el entorno y nos sorprendimos muy gratamente. Fotos y mas fotos para fijar  y plasmar los recuerdos y vistas. Con Los reflejos del sol en la superficie helada se conseguían instantáneas muy bonitas,  por supuesto sin faltar las típicas de los maderos de la orilla.

Acabada la jornada micológica por la escasez de los hongos, un grupo de 11 personas decidimos alargar la excursión ascendiendo al pico de "las once",  mientras el resto se quedaban disfrutando de la balsa, entorno y del sol.

Teníamos 700 m. de ascensión y poco tiempo, así que subimos rápido por una pedrera que nos hizo sufrir, tanto por los cantos rodados como por su excesiva pendiente. El sacrificio valió la pena, las vistas desde la cima, con el horizonte despejado, eran impresionantes: al oeste el Turbón y  se apreciaba con total nitidez el congosto de Montfalcó-Montrebei y la cordillera catalano-aragonesa, hacia el norte el Aneto y Madaleta, con sus cumbres nevadas, destacaban exageradamente sobre el resto, mas cerca, casi enfrente, el Poset y Bachimala y a su izda. los recordados Culfreda, que visitamos el pasado mes de Septiembre, al este y presidiendo el valle de Pineta, el imponente triunvirato que forman los Monte Perdido, Añisclo y Cilindro. Al sur, dando sombra a la basa de la mora, el macizo de Cotiella,  con su emblemática cima también nevada, y entre dos de sus picos podíamos observar, por encima de la niebla, la sierra del Moncayo.



Si la subida fue rápida el retorno todavía mas, la bajada por la pedrera sin senda marcada hizo que los culetazos fuesen abundantes y que tuviésemos un cuidado especial por evitar desprendimientos de piedras que hubiesen sido un peligro añadido.

El grupo que se quedó en el Ibón disfrutó del sol y del entorno, así como del espectáculo de nuestra ascensión.

La vuelta  hacia Plan  la hicimos por la senda que discurre por el barranco que forma el Ibón, bajada bastante pronunciada que  discurre entre pinos y hayas que cruza un par de veces el barranco y que confluye al final en la pista que, tomándola a la derecha,  nos llevaba, ascendiendo el Cinqueta, hasta la la parte baja del pueblo, donde Pedro nos esperaba con el bus.
Después de un pequeño refrigerio,  a las 18 h. partíamos de vuelta a casa, donde después de un día de disfrute con un sol espectacular, llegábamos, entre la niebla, a Huesca sin novedad a las 20,15 h.

FOTOS de la jornada.

Javieres de Huesca

Club de Montaña Javieres de Huesca.

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