Subida a Guara - La crónica

miércoles, octubre 07, 2015 0 Comentarios


Todos estábamos a las 6 en la puerta del Colegio, previamente el bus nos había recogido a  los de HUESCA sur en la residencia de H.H. Desamparados. Saludos y presentación de las caras nuevas que nos han querido acompañar en esta ya tradicional ascensión a Guara del último domingo de septiembre, Carlos Ereza, Sobrino de Carlos Abadía, Jose Mari Oliván, ex alumno, Nico Serrat, sobrino de Ramón, y Jorge Torre,  que venía, bien aleccionado por su padre Eloy, con un buen termo de café y la botella de cava para celebrar su primera ascensión. Diez minutos después partíamos con el bus completo.

Casi todos conocemos como es el trayecto hasta Nocito, crta. estrecha desde el túnel de la manzaneda y con muchas curvas, pero esta vez nos daba la sensación que habían puesto alguna mas, por lo menos era la opinión de los que llegamos a destino mas o menos mareados. Pedro, nuestro conductor, abusó del freno. Afortunadamente no hubo que echar mano de las bolsas de plástico, aunque debieron dejar un poco más que aturdido a Nico, senior, porque tan apenas se le oyó en el recorrido.

El escote de la excursión se hizo al bajar del bus, nuestro conductor nos pidió si era posible anticipar el pago  para atender necesidades de combustible. A las 7,25 h., diez minutos después de llegar, restablecidos de los mareos, comenzamos a caminar, todavía en penumbra, hacia nuestro primer objetivo, el barranco de la Pillera. Un poco antes de llegar, han trascurrido tan apenas 15 minutos, ya ha amanecido. Dejamos el camino que nos llevaría recto, siguiendo el cauce del Guatizalema, a la presa de Vadiello, trazado bien conocido por haberlo recorrido en la "prueba" de la Javierada de este año. También llegaríamos por esta ruta  a la ermita de Sescún y por el mesón del mismo nombre a Santa Eulalia. Nos desviamos a la izda. y cruzamos el rio para adentrarnos en el barranco de la "pillera".



Durante 30 minutos iremos ascendiendo suavemente por el barranco, cruzando el cauce en varias ocasiones. Afortunadamente lleva poca agua y podemos hacerlo sin descalzarnos, permitiéndonos también observar las piedras del fondo con sus formas redondeadas por la erosión. Al llegar al desvío donde comienza en serio la ascensión , debidamente señalizado,   son las 8,15 h., como no vamos mal de tiempo dejamos las mochilas y  decidimos avanzar un poco más siguiendo el cauce hasta el pozo negro, el salto, y el llamado brazo de mar, justo donde converge con el barranco de avellada. La mayoría del grupo desconocía este punto, muy concurrido en verano para tomar un baño,  lástima que el salto este seco, aún así la badina tiene agua suficiente para mostrar su encanto. Diez minutos, fotos, y volvemos sobre nuestros pasos para encarar la subida.
 


Casi hay que tomar carrerilla para subir el primer tramo, Cruz nos lleva juntos, a un ritmo constante, suave, que todos podemos llevar sin parar, la senda se empina, empezamos a subir altura. Nos vamos adentrando en una zona boscosa, con trazas bien marcadas que no ofrecen ninguna duda, seguimos juntos, uno detrás de otro, nadie adelanta, solo Tony sube y baja para hacer fotos. Entre la vegetación, mayormente de boj y pinos, se dejan ver también hayas, abetos, acebos, robles de distinto tamaño, y algún que otro tejo. En un primer tramo ascendemos casi en línea recta dirección a los tubos marcados a los pies  del Tozal. En algún claro podemos observar la cima, espectacular e imponente por su cara norte, no tiene que envidiar a ningún 3000 de nuestro Pirineo.

El barranco de la pillera ya va quedando lejos, se aleja poco a poco, sobre todo después de varios zig-zags casi seguidos que nos hacen ganar metros rápidamente. No se oye pero se nota el sobrealiento. Dejamos una bifurcación a nuestra izda., no muy bien marcada y sin limpiar, que desciende en diagonal hacia el oeste, que nos acercaría nuevamente al barranco de la piñera y cañatas. Nosotros seguimos ascendiendo por la traza. Dejamos una formación de muros de piedra que destacan sobre la vegetación a nuestra dcha. , nos marcan una nueva lazada para seguir después en diagonal hacia el collado de chemelosas (1386 m.). Sorpresa, no llegaremos a éste punto porque Cruz decide subirnos por la pedrera norte. Después de unas palabras para explicarnos las dos opciones, con caras de sorpresa, dejamos la senda que nos hubiese llevado al Tozal por el collado de petreñales, fuente chinebro y raso de los hongos, y tomamos la bifurcación a la izda., marcada con un mojón de piedras en su inicio.

Son las 9,25 h. cuando encaramos la pedrera. En el inicio, un panal de abejas construido en la tierra nos obliga a pasar deprisa. Resoplos, sobrealiento.....subimos despacio, aquí la pendiente ya exige un sobre esfuerzo, además las piedras sueltas y el ramaje dificultan más el ascenso. Carlos y Jorge tienen que sujetar unas zarzamoras que obstaculizaban el paso. Desde la pillera hasta aquí la conversación no ha faltado, incluso en las zonas más empinadas, pero ahora la concentración en la pendiente , el cansancio y también el apetito son obstáculos que impiden hilvanar más de dos palabras seguidas. Hasta Niko, muy activo desde Nocito, ha desaparecido en combate.

El bosque se abre, la senda también, cada vez mas piedras, lo que nos obliga a trazar lazadas sobre ella o recorrer pequeños tramos en diagonal. El desnivel acumulado es tan importante que echando la vistas atrás llegamos a observar Nocito, el barranco de la pillera ya queda oculto por las copas de los árboles. Una gran colada de piedras nos marcarán el camino que vamos superando en zig-zags para superar su verticalidad. Desaparecido el bosque las vistas del Tozal, que aparece y desaparece oculto por las nubes y niebla, son impresionantes, lo tendremos visible hasta que perdamos la verticalidad y nos adentremos de nuevo, al oeste, en una zona boscosa paralela a la pedrera. Será después de almorzar.
 


Los primeros ya han llegado a una pequeña depresión en el pedregal, en los últimos metros el grupo se ha alargado, los observo como avanzan dispersos hasta el lugar de reagrupamiento....y de almuerzo. Diez minutos ha marcado la diferencia entre el primero y servidor, el último. Antes de dar cuenta de los alimentos toca abrigarse, la ausencia del sol, intermitente, y la altura (1.500 m.), junto con la ropa sudada de la ascensión, nos obligan a ello, hay que tomar precauciones. Las botas de vino, abundantes, y el café, que aguanta caliente, ayudarán a soportar la sensación de frio.
 


Veinticinco minutos no sé si son suficientes para recuperar los casi 500 m. ascendidos, por no hay más tiempo si queremos llegar en el tiempo previsto, Cru nos mueve y obedientemente, a las 10,45 h., reanudamos la marcha. Un primer tramo de piedras grandes y sueltas nos da un buen susto al precipitarse una de ellas. Tan apenas 10 minutos después nos adentramos en la zona boscosa a nuestra derecha. Los pinos, bastante claros, y la tasca espesa nos hacen avanzar mejor y con mayor seguridad, pese a que la ascensión sigue siendo bastante vertical. Salimos nuevamente a un pedregal amplio, flanqueado por pinos, que atravesamos en diagonal con una lazada al final que nos lleva a enlazar con la senda que sube del collado de petreñales. Nos sorprenden las piedras de este último tramo por los fósiles de líquenes y conchas diminutas, son muchas las que tienen restos. Me recuerdan a la cima del Arnabón (1.552 m.), donde los restos todavía son mayores, en su cima no hay piedra que no contenga algún tipo de fósil.
 


Esta pequeña loma, donde recuperamos a ntra. dcha. la senda más normal y común de ascenso, pero, visto lo visto, no la más aventurera y bonita por el paisaje e instantáneas realizadas, nos permite contemplar imágenes del norte y sur inolvidables. Los fotógrafos se ensañan con las máquinas, no les dan tregua. El azul del cielo contrasta con el blanco de las nubes y el verde y ocres de bosque y piedras. Simplemente espectacular.

11,25 h. El siguiente y último tramo , los últimos 300 m. de ascensión, lo haremos por la cara sur casi cresteando, dirección este hacia el Tozal. Un resalte nos obliga a utilizar las manos para superarlo. Aquí nuevamente fotos y selfis,... es inevitable. La niebla y nubes siguen ocultando las vistas hacia lontananza de Huesca, pero no impiden observar la profundidad de los barrancos. Las trazas del camino son diversas, pero no nos impiden seguir bien orientados entre piedras y erizones. Al norte, las nubes impiden demostrar nuestro conocimiento de las cimas emblemáticas del Pirineo, no permiten observarlo con claridad, no obstante las vistas del valle de Nocito nos compensan gratamente. La profundidad del valle nos confirma la veracidad del terreno ascendido.

El grupo se alarga un poco, vamos dispersos en aprox. 200 metros, la dificultad de algún tramos con piedras que hay que sortear y la atención de unos más que otros observando el paisaje, tienen la culpa. Aún así nunca nos perdemos de vista.
Son las 11,50 h . cuando dejamos a nuestra dcha. la pedrera que luego descenderemos, nos queda desde aquí un último esfuerzo para superar un tramo más empinado de roca que nos obliga de nuevo a ayudarnos por manos y bastones. Superado este escollo ya sólo restan 10 minutos para hoyar nuestro objetivo.
 


Mediodía, son las 12 h., aprox., cuando llegamos a la Cruz los últimos componentes del grupo. El tiempo, pese a las nubes que van y vienen ocultándonos el sol, es agradable, la temperatura es bastante mejor que en el almuerzo, calculo que estaremos a un poco más de 15º, además no hace el aire que en otras ocasiones nos han obligado a ponernos enseguida ropa de abrigo. Además de las fotos de rigor en torno a la cruz, individuales y en grupos, aprovechamos la presencia de un montañero, al que piropea Mari, para hacernos todos juntos la foto con la imagen del BOSCO, imagen que nuestro Salesiano y amigo Alfonso me entregó el sábado con este fin para celebrar un acto más en homenaje al bicentenario de su nacimiento. También nos hacemos los peregrinos a Turín presentes unas instantáneas con su imagen junto a la Cruz, lástima las ausencias de Tino, Alex y Ros.

Antes de celebrar con cava, como ya es tradición en el grupo, la ascensión por primera vez de los novatos, Jorge, Enrique, Carlos Ereza y el pequeño Nicolás (11 años), celebramos una oración por los presentes y ausentes. Cru nos hace partícipe también de la llamada recibida, cuando ya estaba en la cima, de Jesús ROS, trasmitiéndonos sus saludos y anticipándonos la imposibilidad de que pueda asistir a las próximas Javieradas por tener que incorporarse en breve tiempo a su nuevo destino en América del Sur. Noticia triste que lamentamos todos profundamente.

Antes de comenzar el descenso, aproximadamente 1 hora después de la llegada, José Luís y Paloma dejan su impronta en nombre del grupo de Javieres y de los Peregrinos en el libro. Nunca, en ascensiones anteriores, habíamos estado tanto tiempo disfrutando del Tozal, la rápida ascensión y el buen tiempo nos han permitido disfrutar de 50 minutos de alegría visual y conversación.
 


Deshacemos el camino hecho hasta la pedrera, comenzamos a bajarla cada uno de acuerdo con sus posibilidades. Que decir tiene que los jóvenes y algún que otro sénior están abajo cuando los demás estamos tan apenas comenzando. Los veteranos vamos cerrando el grupo ayudándonos mutuamente, los culetazos son inevitables. Jose Mari Claver genial, como siempre, echando una o dos manos cuando hace falta. Hay que tener especial cuidado en las zonas peladas o con menos piedras, por la dificultad en frenar la marcha, aquí es donde más veces tocamos suelo con el trasero. Vamos descendiendo con precaución por las caídas y por las rodillas que se resienten, a unos más que a otros, M. Carmen, Mari, Ramón y José Luís pueden dar buena cuenta de ello.
 


En cuarenta minutos hemos descendido los dos tramos de la pedrera, después de un descanso merecido de diez minutos comenzamos a enfilar la canal. Por delante, abriendo camino y nunca mejor dicho, Cru y Andrés van limpiándolo con las tijeras, cortan los bojes y matorrales ya crecidos que obstruyen la senda y dificultan, sobre todo en los tramos muy cerrados, el descenso con seguridad. Una vez desaparecidas las últimas piedras que la pedrera ha arrastrado hasta el comienzo de la canal, evitando un paso firme y seguro y que obligaban a utilizar los palos, Alfredo y yo vamos utilizando también las tijeras, repasando y realizando cortes más profundos en el ramaje.

Las nubes amenazan, empiezan a cerrarse y ennegrecerse, tanto es así que enseguida se oyen truenos, en principio parecen lejanos, pero en ocasiones se perciben o tenemos la sensación de cercanía. Empezamos a temer mojarnos, la mayoría hemos dejado paraguas o chubasqueros en casa o en el bus. Superado el tramo donde la senda discurre por el barranco recogemos las tijeras , aceleramos el paso a medida que nos alejamos. Vamos dejándolo a la derecha. El camino permite a partir de aquí avanzar más deprisa, así lo haremos hasta el "raso de las víboras" donde hemos quedado en reagruparnos y comer junto al manantial, como hemos hecho en casi todas las ocasiones que hemos tomado este camino de descenso.
No ha debido llover mucho este verano en la zona, lo hemos notado también en el descenso por la sequedad del terreno, tan apenas fluye un hilo de agua, ante esta perspectiva y que los truenos arrecian y vuelven a acercarse intimidándonos, decidimos continuar y comer en Fabana junto al rio y el manantial, justo donde converge nuestra senda con el camino que lleva a Santa Cilia y a la ermita de Fabana. Antes pararemos a reagruparnos y coger agua en el paso del barranco del abadejo, no baja mucha pero lo suficientemente clara para poder beberla.
 


José Luis, con problemas en rodillas y cuádriceps, baja más despacio, vamos acompañándole José Mari, Mario, Enrique, Felipe, Cru y servidor. El grupo se distancia, nos quedamos un poco rezagados. No hay prisa, vamos bien de tiempo, además los truenos, que no han desaparecido del todo, van alejándose, incluso tenemos buenos momentos de sol. Yo sigo cortando zarzamoras de los laterales del camino. Al llegar al sitio indicado para comer, por falta de entendimiento, el grupo de cabeza no ha parado, ha seguido hasta la ermita. Para salir de dudas y confirmar que es así, dejo mochila y me acerco corriendo por momentos. Cuando llego están comiendo, permanezco un momento con ellos antes de volver, no sin antes degustar la tortilla de patata de Mari y el jamón ibérico de Ramón.
 


Café, y cuando empiezan a caer cuatro gotas, a las 16.20 h., levantamos el chiringuito en busca del resto del grupo, hemos quedado a las 16.30 h., mas menos, con el bus en Tejerías. Cuando llegamos a la ermita de Fabana ya están preparados, como si nos hubiesen oído llegar. Los jóvenes y Toni han salido momentos antes. A las 17 h., estamos todos, sanos y salvos, en Tejerías, sin mojarnos, donde nos espera el bus. Volvemos por Ibieca, sin apenas curvas, menos mal, lo que facilita que más de uno se duerma. Niko callado, está desconocido. A las 17,55 h. el bus nos deja en Salesianos, a la hora más o menos prevista.

Día fabuloso, objetivo cumplido y sin incidencias, salvo las agujetas inevitables de mañana. Enhorabuena a todos, excelente jornada.

Javieres de Huesca

Club de Montaña Javieres de Huesca.

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