Circular por Ainielle, Otal, Erata y vuelta a Ainielle

jueves, mayo 23, 2019 1 Comentarios





OLIVAN. BERBUSA, AINIELLE, OTAL, PICO ERATA. SUSIN. Circular.

Tony, Andrés y Antonio. Dejamos el coche a la salida de OLIVÁN, en un ensanchamiento existente sobrepasada la barrera de paso del ganado. La mañana es fría, no más de 6° a las 9,27h. , momento de comenzar a caminar.

Enseguida cruzamos el barranco de Oliván, seguimos por la pista las indicaciones que marcan a Ainielle. Dejamos a nuestra dcha. el desvío a Susín, localidad que visitaremos al final, y continuamos en ligera ascensión hasta la señal que indica BERBUSA, nos desviamos descendiendo por una senda, muy encharcada en algún tramo, que nos aproxima al barranco. El caudal de agua que arrastra, alimentado por las últimas lluvias, nos obliga a agudizar el ingenio para utilizar las piedras y cruzarlo sin mojarnos.

Un poste en la otra orilla marcado con un cartel cuya inscripción dice "senda amarilla", haciendo alusión al popular libro de Julio Llamazares (Lluvia amarilla), nos indica la dirección correcta. Un poco más adelante, en un pequeño prado que serían buenas tierras de cultivo en el pasado y que ahora abandonado crecen los cerezos a su antojo, se pierden marcas y no hay referencias, únicamente los tramos más pisados nos permiten seguir la traza.

Caminamos a continuación por un extenso y viejo pinar acompañados por los cantos de pájaros y el sonido inconfundible del agua del barranco.

A las 10,10h. nos encontramos a las puertas de BERBUSA, las ruinas de las primeras casas nos dan la bienvenida, enronadas de piedras y cubiertas de vegetación que crece desmedida ocultando los restos de paredes, que pena. Al comienzo de lo que fue la calle principal, en una primera casa con el arco de la puerta que todavía resiste realizamos una pequeña parada para realizar fotos de la misma, con la perspectiva del resto de las ruinas del pueblo detrás, construidas un poco más altas, y del barranco oliván con todas las laderas de la sierra de Isabal repletas de los verdes tan diferentes de hayedos, pinares y robledales.

Subimos a las últimas ruinas donde nos quedamos observando el fuerte escarpe que forma la calle con el barranco de "cantalobos", en el pasado, cuando el pueblo estaba habitado, habría que tomar muchas precauciones para no precipitarse, personas o animales.

En el descenso, un pequeño arco, lo que queda de los restos de una tapia cubierta de zarzas y ortigas, es la entrada al recinto de la iglesia. El portal todavía conserva restos de pintura, una cruz y la fecha de construcción, 1703. Nos atrevemos a penetrar en su interior para confirmar su estado más que ruinoso y salimos precipitadamente por precaución, pese a que el altar, bóveda de medio cañón construida en sillar con dos arcos y pilares que la refuerzan, todavía permanece milagrosamente en pie.

Retomamos el camino hacia Ainielle descendiendo ligeramente para atravesar el barranco que intuíamos desde lo alto del despoblado y continuamos por la senda que cada vez más está adornada con flores. Lirios y aliagas con sus flores amarillas predominan, pero también margaritas y narcisos blancos y amarillos con sus pétalos abiertos donde cargan las abejas no nos abandonarán en el resto del recorrido.

Una vez dejamos atrás una senda que desciende a nuestra derecha hacia el barranco, a pocos metros encontraremos un gran mojón que parece anunciarnos la proximidad de nuestro siguiente destino, Ainielle.

Cuando llegamos al pueblo, inmortalizado para siempre por el escritor, son las 11,40h. El sol ya calienta y cae a peso en la pequeña era que sería antaño la plaza principal.

Más ruinoso que el anterior no permanece en pie ni la torre de lo que fuese su iglesia, no logramos identificar su ubicación, además el transitar por lo que podemos intuir serían sus calles es imposible.

Que contradicción que un pueblo muerto nos transmita a nosotros tanta vida rodeados de tanta naturaleza.

Imposible evitar que la imaginación retroceda 60 años atrás, que no son muchos, y reconstruya secuencias y escenas cotidianas con personajes invisibles recorriendo sus calles.

Echamos un bocado para reponer fuerzas y estrujamos la bota para acompañar cuatro galletas de postre. Decidimos en este momento alargar la jornada y después de bajar a visitar el molino continuar haciendo una circular para visitar Otal y volver por el pico Erata hasta este punto. Será una super jornada.

Descendemos 100m. de altitud hasta los 1270m. que está situado el molino, justo en la convergencia de los barrancos del Molino y Ainielle. Recomiendo leer el libro para conocer la singularidad de este edificio, único lugar del despoblado que está rehabilitado y que explica con un cartel su peculiar historia.

Retornamos por la misma senda hasta el centro del pueblo y seguimos por pista a nuestra derecha para ascender al Puerto de Ainielle (1483 m.), salvando así el barranco del Molino.

Seguimos hacia Otal por la Izda., primero pista que poco a poco se estrecha hasta convertirse en senda. Hay que prestar en este tramo atención para no despistarse como nos pasó a nosotros y evitar rectificar cuando nos damos cuenta que hemos perdido toda marca.

Recuperada la senda nos adentramos en un hermoso hayedo, seguramente uno de los tramos más bonitos del recorrido.

La senda discurre a media ladera entre el barranco de Otal o de Forcos y la Sierra del Erata, atraviesa hayedos y robledales y dos pequeños barrancos que bajan secos. Casi sin perder altura, llegamos al cruce con el barranco que da nombre al pueblo, o al revés, y comenzar una pequeña ascensión hasta el nuevo y último despoblado de hoy.

13,50h. La entrada la realizamos por el sur, junto a una pequeña era a la sombra de un espléndido nogal que se ha conservado sin atenciones a lo largo del tiempo, tendrá tantos años o más que permanece Otal despoblado. Situado a 1465 m. era el pueblo más alto del Pirineo Occidental, actualmente todas las casas están en ruinas salvo la que podía ser más grande, que permanece todavía en pie pero en estado de semiabandono, y su iglesia románica mozárabe de San Miguel, totalmente restaurada en 1982, que conserva también un diminuto cementerio.

La casa, construida en mampostería, tiene en la puerta un cartel plastificado que indica que se deje la puerta cerrada si se penetra en su interior. Entramos, ufff, utensilios antiguos y puertas que dan acceso a establos semiderruidos y repleto de trastos, no avanzamos. La escalera de madera, en dos tramos nos lleva a la primera planta, abrimos la ventana para poder observar mejor la cadiera y la cantidad de trastos que hay en una mesa vieja. Un cuarto colindante, de forma rectangular alberga una cama vieja. Pensamos que es imposible que alguien habite aquí, pero la nota de la puerta invita a pensar que alguien, esporádicamente, hace uso de las instalaciones, hay restos de comida, latas y tetabrick de vino recientes.

Otal es paso del GR-15 y 16, está comunicado con la civilización con una pista que baja hasta Broto. Su situación era privilegiada, al abrigo del Pelopin(2005 m)al este y el Erata(2002 m)al oeste, y junto al barranco, con bancales cultivables hacia el sur, descendiendo hacia el barranco, y también hacia el norte, terrenos bien abrigados por el circo que forman los picos comentados y el collado que los junta.

Después de visitar la iglesia, justo detrás, tomamos el GR-15 que en una constante ascensión nos eleva hasta el Puerto de Otal (1824m), son las 15h. Mientras disfrutamos de las vistas de valles y Pirineo aprovechamos para comer algo.

Continuamos ascendiendo por el GR hasta poco antes del pico de Yesero (2005 m), donde se desvía hacia esta localidad, nosotros seguimos cresteando hacia el Erata, 15,50h. Obligada una breve parada para identificar los Picos, Sierras, Valles y localidades que nos rodean.

Seguimos cresteando, dejamos el refugio que señala Pelopín (bajo) y seguimos cerca de 1 km más por los vértices hasta desviarnos al sur/oeste hacia el paraje llamado "montechar", donde descendemos por una diagonal que vamos trazando con zigzag alternos para salvar el desnivel y poder llegar al comienzo del hayedo donde recuperamos las marcas que nos confirman la buena dirección. El descenso del hayedo, al igual que el tiempo que hemos ido cresteando, lo hacemos al trote. Debemos tener cuidado con las ramas sueltas y la cantidad de hojarasca para no tropezar o resbalarnos, sobretodo en los tramos de más pendiente.

Cuando cambiamos hayas por robles estamos casi a la misma altura del barranco de Ainielle. A las 16,40h estamos de nuevo en la entrada, descendemos al cruce con el barranco y realizamos una nueva parada para refrescarnos, vamos muy bien de tiempo.

Retornamos por el tramo de senda que hemos accedido esta mañana, caminamos a buen paso pese al tiempo que llevamos de caminata.

Estoy a punto de pisar la cabeza de una víbora que me encuentro en la zancada, en un principio me parece una rama, pero al girarme sin parar observo como gira y se oculta entre las aliagas, justo cuando Andrés llega a su altura, hemos tenido suerte, estos bichos no atacan, no toman la iniciativa, pero si los pisas o molestan enseguida te inoculan el veneno. Esta "anécdota" me vuelve a recordar un pasaje del libro de Llamazares.

Para evitar volver a Berbusa y buscar otro recorrido distinto, nos desviamos, ahora a nuestra izda., por la senda que desciende a la pista que une Oliván con Basarán y Ainielle. Una vez en ella la seguiremos, primero a la dcha y luego a la izda del barranco, hasta Susín, última localidad de nuestro recorrido.

18,15h. No es un municipio despoblado, varias casas perfectamente restauradas arropan a su bonita iglesia románica consagrada a Santa Eulalia, lástima que nos la encontramos cerrada. Una nota nos invita a pasar por la antigua herrería a buscar más información. Así lo hacemos recogiendo unos folletos informativos.

Las vistas de Oliván y del valle del Gállego desde la salida del pueblo son muy recomendables.

El descenso hasta retomar la pista de inicio de esta mañana la hacemos por un viejo robledal, una vez en el camino sólo 300m. nos separan del puente del barranco y 200m. más del coche.

En todo el recorrido solo hemos tenido la oportunidad de disfrutar del canto de los pájaros, de dos parejas de perdices, a las que hemos disparado figuradamente, y del susto de la víbora, pero para terminar recibimos la grata sorpresa de un bonito corzo que, seguramente alertado por nuestra presencia, sale al camino desde el cauce del barranco y sin poder ascender por la fuerte pendiente de la vestida ladera vuelve para desaparecer por la maleza de donde ha venido.

18,45h. Fin del recorrido.

Javieres de Huesca

Club de Montaña Javieres de Huesca.

1 comentario:

  1. Lo intenté el otro día pero no encontré marcas para seguir a Otal. A la derecha erizón y el resto bosque sin marcas

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